¿Por qué jugamos con nuestros amigos de cuatro patas? ¡Porque nos divierte, claro! Pero no solo por eso: el juego fortalece el vínculo con el perro, ejercita la mente y la coordinación. La alegría y el movimiento nos mantienen jóvenes y mejoran la salud y el bienestar. Ayudan tanto a los humanos como a los animales a ser felices y equilibrados, y en estos últimos, permiten canalizar sus instintos naturales. Vitalidad sí, pero sin excesos.
Empecemos por lo básico
A primera vista, el juego podría parecer una actividad simple y poco exigente. A menudo, entendemos qué divierte y hace feliz a nuestro perro casi por casualidad. Otras veces, resulta un poco más complicado satisfacer sus necesidades respetando su instinto; esto se debe a que el perro es, por naturaleza, un depredador social y territorial. ¿Quieren seguir un orden? ¿O tienen la sensación de que su perro aún no ha aprendido a jugar de forma segura? Entonces, es el momento de plantearse un par de preguntas sencillas. Usen la lista de verificación que sigue y respondan punto por punto de la manera más precisa posible:
- ¿Qué actitudes tiene mi perro?
- ¿Qué comportamiento les gustaría fomentar?
- ¿Y cuál desean moderar?
- ¿Cuánta actividad necesita?
- ¿Cuánto debe descansar?
- ¿Qué necesito para hacerlo jugar?
En general, los perros pueden ser educados a través del juego, siempre que se sientan motivados. Recompensar a Fido cuando se porta bien con un premio, un "¡Bravo!", una caricia o incluso otro juego lo animará a comportarse correctamente.
Alternen momentos de actividad con pausas
Cada perro necesita moverse y realizar actividad. El tipo y la frecuencia de la actividad deben considerar varios aspectos como la raza, la edad y la complexión, así como el temperamento y el entorno habitual o de juego del perro. Recuerden que los perros necesitan dormir más que los humanos. No es raro que un perro duerma entre 15 y 20 horas al día. Por el contrario, como regla general, un perro necesita en promedio solo 2 horas diarias de movimiento y actividad.
Las características anatómicas de cada raza imponen ciertas restricciones. Cuando juega, un cachorro se comporta de manera diferente a un adulto: los perros jóvenes juegan con mayor frecuencia que los mayores. Cuanto más viejo es el perro, más necesitará tranquilidad. Denle descansos y adapten la frecuencia e intensidad del juego. En caso de duda, en lugar de forzarlo a caminar una hora más por el bosque, consiéntanlo con una caricia extra.
Tengan en cuenta el carácter en el juego
Cada raza tiene rasgos característicos y actitudes que han sido deliberadamente acentuadas por los criadores. Muchas razas comparten naturalmente algunos rasgos fundamentales como el instinto de caza y el comportamiento territorial, comunes a casi todos los perros. Aunque existe cierta comparabilidad, no todos los ejemplares de una raza responden a los clichés asociados. Si no están seguros de las características específicas de una raza, consulten una guía.
Lo que está claro es que el factor decisivo sigue siendo el carácter: no todos los border collies disfrutan vigilando ovejas y no todos los retrievers son aptos para traer objetos. Tómense el tiempo necesario para comprender las inclinaciones del perro y considérenlas al jugar con él. Mantengan activo al perro con juegos adecuados, modulando la duración, intensidad y cantidad de actividad lúdica. No lo fuercen y recuerden siempre: su perro también puede tener un mal día. Si no tiene ganas de jugar, déjenlo tranquilo; cuando quiera, él mismo se los hará saber.
Descubran lo que le gusta hacer
Observen cómo se mueve y cómo se comporta: ¿olfatea mucho el suelo? ¿Sujeta palitos y los lleva consigo? ¿Cava agujeros o salta sobre troncos de árboles? ¿Persigue ciervos y aves? Si han notado este tipo de comportamientos, ya están en buen camino para identificar los juegos que más lo divierten. Si durante el juego muestra comportamientos similares, significa que está realizando una actividad compatible con su instinto y no excesiva.
¿Qué actitudes fomentar?
¿Saben qué tipo de perro tienen? ¡Perfecto! Entonces, podrían pensar qué actitud fomentar y cuáles no. ¿El instinto de caza o protección o el comportamiento territorial de Fido no es (aún) lo suficientemente marcado aunque sea una peculiaridad de su raza? Reflexionen si realmente desean fortalecer ese comportamiento, conscientes de que en la vida cotidiana podría volverse difícil de manejar. Podrían comenzar a despertar esa tendencia a través del juego.
Si, en cambio, notan que estos instintos ya están muy presentes en el perro, no deben ignorarlos o reprimirlos; podrían arriesgarse a enfermarlo o a que busque desahogarse de manera inapropiada. Lo mejor es permitir que el perro exprese su instinto con moderación a través del juego.
¿Qué juegos son adecuados para el perro?
La mayoría de las veces, no se necesita mucho para jugar con un perro respetando su instinto. Nuestros amigos de cuatro patas son seres sociales: la amistad con otros perros y con las personas suele hacerlos felices. Un buen paseo, explorar su territorio o una zona desconocida con nuevos e interesantes olores ya son para un perro una combinación extraordinaria de juego y actividad. Déjenlo olfatear tranquilamente incluso bolsas de la compra y otros objetos interesantes.
Los perros adoran masticar y roer: orejas de cerdo, palitos masticables o juguetes de goma natural para rellenar y morder son un pasatiempo muy apreciado. Los juegos de inteligencia, como intentar abrir un cajón o una tapa tirando de una cuerda o accionando una palanca, son un desafío curioso para muchos perros. No esperen que Fido lo logre en el primer intento: ármense de paciencia y ayúdenlo a encontrar la solución poco a poco. Elogien, motiven y ayuden. Premien cada progreso y terminen el juego con una experiencia positiva.
Nada de juguetes, por una vez
Regalarle un peluche al perro no es una buena idea: a menudo considera el muñeco como una presa y termina mordiéndolo y reduciéndolo a pedazos. Si deciden darle uno, elijan uno más resistente y que no contenga piezas pequeñas peligrosas, como ojos de plástico.
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